Reflexión sabia y pagana de Xavier Musquera

Xavier Musquera

   [Me dio mucha pena enterarme de la muerte de este hombre precisamente cuando acababa de descubrirlo. Por lo visto, sobre todo era ilustrador y dibujante, pero yo lo había conocido como escritor de obras de ensayo y reflexión sobre cuestiones altamente profundas y que él explicaba de un modo que mis obtusas entendederas conseguían por fin asimilar…

   Era un tipo este Xavier Musquera, por lo que he leído de él y lo que le he escuchado decir en un par de entrevistas radiadas… absolutamente formidable. Me apena mucho no haber podido conocerle en persona o al menos haberle seguido la pista y poder profundizar en sus reflexiones sobre los conocimientos oscuros o más bien acerca de los modos que siempre han tenido los humanos para iluminarse en estos mares de oscuridad en los que vagamos perdidos y a la deriva.

   Pero quiero aprovechar este pequeño fanzine electrónico en el que hundo en ocasiones mi últimamente algo precaria existencia para recuperar alguna de las reflexiones, observaciones y erudiciones del bueno de Xavier Musquera y hacéroslas llegar así para que no se las lleve del todo el olvido o el tiempo.

   En esta categoría que prometí iniciar acerca de las diferentes usurpaciones cristianas sobre los símbolos, los rituales, los hechos y las vivencias paganas a lo largo de la historia, de esta Era Común que se ha convertido por fuerza en el «Después de Cristo».

   Siempre me he preguntado los motivos que había para que determinadas festividades hubieran arraigado de una manera tan potente entre la gente, al menos de una forma aparente, y sin embargo algo fallara en el modo de vivirlas. Es como si se hubieran superpuesto unas vivencias con otras, unas realidades con unos sentimientos ajenos y antiguos, unas experiencias con un cartón piedra que las asimlia exteriormente, un nuevo significante que roba un significado para alterarlo y hacerlo suyo.

   No sé si influirá en la sección que tuve una triste infancia de colegio de curas, es decir, una educación marcada por los restos del embudo judeo-cristiano con que se nos hacían tragar enormidades y terrores de toda índole. Pero, en principio, no serán esas sórdidas aventuras personales las que narre, sino las reflexiones que se hace Xavier Musquera sobre lo que él llama «el triunfo del paganismo», de un modo casi sarcástico o eufemístico, ya que, a su parecer, aunque en apariencia sea el cristianismo la religión que se haya impuesto victoriosa en gran parte del mundo, lo ha hecho aupándose en las realidades y sentires profundos del paganismo, de las vivencias de los cultos agrícolas y de las estrellas, de la multitud abigarrada y multiforme de dioses y diosas que han acompañado al ser humano a lo largo de toda su aventura en el planeta…

   Aprovecho para deciros que gran parte de los textos que os voy a poner extractados aquí los voy a sacar de un libro que estoy leyendo de él, que me parece fabuloso, increíblemente ilustrativo, y que me da lástima que pase sin pena ni gloria y se pierda en la nada. A mí me costó unos 20 euros en la red, pero (por si aún estais a tiempo) he descubierto que este mismo libro lo tienen en la Feria del Libro de Ocasión del Paseo de Gracia de Barcelona, hasta el día 3 de octubre de 2010, ¡a 3 euros! (Siempre que montan esta feria pienso en lo raro que debo ser, porque grandes joyas para mí las veo en montañas de 1, 2 ó 3 euros que a nadie interesa y que no se venden. Aparte de ésta de la que os hablo, siempre veo por allí una inexplicablemente imposible de vender edición de la extraordinaria obra del simbolista ruso Briusov, El ángel de fuego, a uno o dos euros, no sé… Es deprimente… aunque más barato para mí, claro…)

   El libro de Xavier Musquera se llama El triunfo del paganismo. Claves ocultas del cristianismo, y lo edita Espejo de Tinta.

   Os pongo, para empezar, un fragmento de una lúcida reflexión que se hace hacia la mitad del libro, dentro del capítulo sobre el «Sol Invictus». Y continuará. Buen viaje para Xavier Musquera, y que sus palabras os aprovechen…]

 

   «Las creencias del ser humano son el resultado de un estado emocional que se presenta esporádicamente en determinadas circunstancias, cuando el entorno es altamente favorable (como pueden ser las fiestas litúrgicas, celebraciones o rituales religiosos). Rara vez este estado mental, salvo en los místicos de todas las religiones, es constante, regular y continuado. Pero al tratarse precisamente de emociones y sentimientos éstos son indemostrables, aunque no por ello desmerezcan el respeto ajeno. En cambio, una estructura jerarquizada y autoritaria como es una institución religiosa, es analizable por la razón a través de su constitución, historia, formación, desarrollo y comportamiento, y en consecuencia puede ser criticable e incluso condenable, y más cuando dicha institución llega a convertirse en una dictadura de las conciencias.

   Este autoritarismo de siglos se basa casi siempre en frases argumentales reiterativas, pronunciadas constantemente como defensa y, a la vez, ataque para con todo aquello que incumbe directamente su forma de pensar y sus creencias. «Escritos espúreos susceptibles de hacer tambalear la fe de muchos en la Iglesia, autores altamente contestables cuya única finalidad es la provocación y a faltar gravemente a la fe católica mediante la corrupción de las palabras y su mensaje…». Frases como éstas son las utilizadas comúnmente para imponer sus propios criterios. Creo que ello obliga a una profunda reflexión sobre la intolerancia de dichas instituciones.

   Resulta de dudosa credibilidad constatar cómo arqueólogos, mitólogos, historiadores, paleógrafos y una larga lista de científicos cuya objetividad y autoridad en su especialidad está fuera de toda duda, ven sus investigaciones y trabajos calificados de antieclesiásticos o blasfemos. Todo aquello que represente cuestionar la infalibilidad de la Iglesia católica resulta anatemizado y, a pesar de que sus raíces dicen ser muy profundas, uno tiene la impresión de que dicha institución está siempre a la defensiva y, en el fondo, acomplejada.

   Sus contradicciones son constantes. Estando en posesión de la verdad y siendo la única representante de la herencia de Cristo, apoyada por los Evangelios de inspiración divina, tendría que hacer caso omiso de los ataques y conspiraciones que, según ella, viene sufriendo desde hace siglos. Por ello presume de que nada ni nadie ha podido minar sus cimientos a pesar de cismas, herejías y divisiones. ¿Por qué entonces tanta irascibilidad ante movimientos y corrientes de pensamiento que no comparten sus dictámenes? ¿Tan peligrosos resultan los estudios de unos pocos investigadores que se han interesado por su historia?  ¿A qué tanta prohibición o advertencia de que el mal acecha a sus creyentes? ¿Acaso los cimientos de sus feligreses son poco profundos y firmes? ¿Por qué esta persecución de la que son objeto los disidentes en su propio seno, cuando sólo pretenden un regreso a los orígenes o una adaptación a los tiempos? La historia se repite constantemente y, aunque las formas son otras, el fondo es el mismo.

   Algunos ejemplos son suficientes para comprender cómo y de qué manera, y según interesa, la Biblia debe entenderse unas veces literalmente y otras, en cambio, como metáfora o símbolo. En Mateo 23:1-11 puede leerse lo siguiente: «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar «Rabbi», porque uno solo es vuestro maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie «Padre» vuestro en la tierra, porque uno sólo es vuestro Padre: el del cielo.»

   Según este versículo, nadie puede otorgarse el apelativo de clérigo, sacerdote, pastor o padre, denominación generalizada para con aquellos que se consideran con la autoridad suficiente para hablar en nombre del Padre; pues todos somos hermanos y, en consecuencia, toda jerarquía instituida por el hombre, resulta ser una falsedad. Nadie puede ser venerado como «Santo Padre», pues «sólo» nuestro Padre es quien está en los cielos. Lamentablemente, y según conveniencias, lo que para unos es literal para otros resulta simbólico, y viceversa.

   La propia Iglesia cristiana, que no duda ni un instante en afirmar que los evangelistas reproducen únicamente las palabras del propio Cristo y que los Evangelios son de inspiración divina por mediación de Su Santo Espíritu, parecen ignorar dentro de su sabiduría que muchos pasajes evangélicos están en franca contradicción con la doctrina institucional y los dogmas de la misma.

   En cierta ocasión se le preguntó al prestigioso antropólogo y extraordinario mitólogo estadounidense Joseph Campbell cuál sería para él la definición de mitología en una sola frase, a lo que respondió: «Mitología es lo que llamamos a las religiones de otras personas…». Considerando que tradicionalmente toda regla tiene su excepción, la excepción proviene en este caso felizmente de la propia Iglesia y por boca del cardenal Jean Daniélou, cuando nos ofreció una lección que para muchos debiera ser ejemplo de respeto y conocimiento. Se le preguntó sobre el paganismo y su respuesta fue concluyente: «El pagano es aquel que reconoce lo divino a través de su manifestación en el mundo visible.»

   Los estudios comparativos de pueblos y culturas, con temas recurrentes en sus mitologías, son la profundización del pensamiento religioso. Si se analiza y se observa el desarrollo del pensamiento humano (y no desde le punto de vista personal, como devoto de una religión determinada), obtendremos una visión menos subjetiva y partidista de unos hechos históricos irrefutables, que han sido la expresión de la comprensión humana hacia lo numinoso a través del tiempo.

   Las famosas parábolas, enseñanzas simbólicas para aquel que sepa interpretarlas, nos aconsejan, advierten y profetizan de todo cuanto vendrá a emponzoñar el verdadero y auténtico mensaje de Jesús. Tal vez el vilipendiado y poco comprendido Nietzsche tuvo razón cuando dijo aquello de que el último cristiano había muerto en la cruz…»

De El triunfo del paganismo, Xavier Musquera

 

 

   [Y otro día os hablaré de esta peli increíble -si encuentro trocitos traducidos-y de, para empezar, el sentido que tienen en sí la palabras «pagano» y «paganismo», según Musquera y según otras fuentes con las que he logrado averiguar cosas asombrosas.]

~ por juannicho en septiembre 25, 2010.

3 respuestas to “Reflexión sabia y pagana de Xavier Musquera”

  1. hasta el 3 de octubre 3 euros, bien, habre cobrado

    tengo que volver a buscarme un zulo pa mi y pa la biblioteca creciente y menguante que me hace cangrejo ermitaño, intento no comprar libros, pero la carne, ya se sabe lo debil que pue ser

    usurpaciones cristianas …
    yo lo veo lijeramente distinto, siempre considere el fetichismo et alia cristiano digno tanto como cualquier otra majia «primitiva»
    … y que el paganismo puritanismo catolicismo etc
    son constantes en las que se ramifican y florecen cualesquiera arbol de creencias y practicas
    religiosas, ateas, punkis, politicas, filosofileches, etece.

    besos, hermano.
    sigo soñando con hacer mi secta; eso me sirve para cojer al sueño.

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