Regalos que no lo parecen porque no sabemos ver

 

16624_576801122337127_385241908_n  En el programa de radio leí el cuento brevísimo de Medardo Fraile «Historia con una miss», en el que el autor se disgusta porque la chica que le entrevista borra unas toses de él en medio de las respuestas que da, aduciendo que estropean la entrevista. Medardo piensa que eso es absurdo y que su tos es lo más humano y más suyo que puede haber en toda esa sucesión de palabras y convenciones que conforman la entrevista… ¡Él quiere su tos! Aquello me hizo recordar un relato que leí no hace mucho pero del que he olvidado trágicamente el autor/a, ya que me maravilló y me apena no encontrarlo. En él un hombre cuenta cómo, de un modo similar, reprendía a su mujer porque reía, hacía ruidos o le interrumpía mientras él grababa, creo, unas composiciones de música o bien unos textos que se dictaba a sí mismo. Con el tiempo la mujer muere, y él se queda pensando tristemente en esas cintas grabadas con una calidad perfecta en la que no quedó ya rastro de esas irrupciones de ella… y se lleva las manos a la cabeza. Qué no daría él ahora por oír, en lo más amargo de su soledad, los pequeños gritos de alegría, las risas, las toses, ¡cualquier ruido de ella que en su cotidiana existencia de prueba de vida le anclara a lo perdido! Ahora él permanece oscurecido y solo, oyendo su propia voz severa e impoluta, sin interferencias, sin errores, sin amor.

 

medardo

~ por juannicho en marzo 17, 2013.

Deja un comentario